martes, 19 de febrero de 2013

La problemática ambiental, hoy...


Ante la enorme cantidad de leyes, normas, decretos y convenios internacionales formulamos para la protección ambiental nos quedamos absortos y frustrados. De que han servido tan proliferas normativas, tantas y costosas encuestas internacionales?. Las decisiones y acuerdos se vuelven absurdos ante la realidad ecológica prevaleciente en el planeta. Costa Rica no es la excepción, decenas de miles de hectáreas de selvas son deforestadas anualmente, la mayoría de ríos, arrecifes y humedales en general, han sido contaminados, así como la explotación irracional de los mares y la biodiversidad del país, en particular, es afectada seriamente. Qué es lo que sucede ? Por qué  la regulación y aplicación concreta de las leyes no han sido efectivas ?. Cual es el motivo por el que hemos descuidado de tal forma el medio ambiente?. La respuesta a éstas interrogantes nos lleva por intrincados caminos. Primeramente debemos buscar en el ser.
Hay un momento en que las personas empiezan a considerar que todo en la naturaleza está puesto a su servicio. Han dejado atrás la época de la unión con la naturaleza. Llego el momento en que el ser humano se considera el centro del Universo. Cree que todo lo que le rodea está ahí para deleitarlo, alimentarlo y enriquecerlo. La concepción del medio como puesto a su servicio es un pensamiento muy armónico con un yo narcisista.
El pensamiento anterior tiene una gran importancia para comprender esa actitud individual que posteriormente se colectiviza,  y se convierte en el estandarte de las principales tendencias religiosas y políticas a lo largo de la historia. El ser humano se aísla de la naturaleza, se considera superior a todos los demás seres y comienza a agredirlos. Al considerar que toda la vida está allí para gratificarlo, empieza a abusar.....Este utilitarismo lo lleva a destruir los ecosistemas,  a extraer desaforadamente los recursos, a dominar la naturaleza.
Esta manipulación del ambiente es maníaca, irracional, irresponsable y no toma en cuenta las posibles consecuencias. Sin embargo, los resultados ya podemos verlos en todo el mundo. Podemos sentirlo, ya empezamos a darnos cuenta de que todo aquél supuesto dominio sobre la naturaleza, ahora se vuelve contra nosotros. El calentamiento global, los rompimientos de la capa de ozono, los cambios climatológicos extremos, los suelos erosionados, las enfermedades, la falta de agua potable, las hambrunas.
Recientemente en nuestros países, vivimos enormes catástrofes, por los huracánes Cesar y Mitch que provocaron muerte y destrucción en gran parte gracias a la deforestación incontrolada, así mismo, estudios científicos demuestran que el calentamiento global es el causante de el incremento de fenómenos naturales como los huracanes. 
Para comprender esta compleja problemática, debemos observar cómo la actitud individualista, narcisista y antropocéntrica se colectiviza y se expresa en las políticas estatales como un ecocidio institucionalizado. Por eso, no sólo se trata de programas políticos, de convenios o de complejos sistemas legales, se trata de una condición individual. Aquél ministro, diputado, sacerdote, juez o funcionario quien se sigue considerando centro del Universo y a la naturaleza como algo puesto allí para usarse y generar riquezas, estará siempre dispuesto a aprobar cualquier política destructiva, para él no será percibido como tal porque su escala de valores es otra, parte de un principio erróneo: el ser humano como centro del Universo. 
El ecocidio es el acto destructivo contra los ecosistemas. Debe señalarse que todo acto ecocida se devuelve contra quienes lo ejecutan o contra generaciones venideras. Es incomprensible que personas racionales y hasta consideradas brillantes, quienes han sido nombradas para ocupar puestos claves en la dirección y protección de sus respectivas sociedades, avalen positivamente o permitan acciones que a la postre serán desastres ambientales, ecocidios refrendados e impulsados por políticos e industriales. Este instinto de muerte se esconde tras argumentos y justificaciones: el bienestar económico del país , el progreso, el desarrollo  de la nación, el bien de la patria.
Retomamos entonces el planteamiento: es la persona misma quien debe transformarse, no se trata solamente de crear nuevas leyes , ni cumbres internacionales o formular nuevos conceptos. El verdadero cambio hay que hacerlo en lo interno, se trata de un asunto más sicológico que político o económico. Tenemos suficientes convenios para trabajar, suficientes Leyes para controlar las acciones, pero si las personas no cambian de actitud todos estos ordenamientos serán burlados y veremos como vamos a ser víctimas del fin de nuestra propia existencia....


http://www.eco-index.org/search/pdfs/194report_2.pdf